Talentos en Armonía
La Banda de Piñataro
05 de Marzo del 2025
Imágen La Banda de Piñataro en los Carnavales de la Década de 50
En las fiestas o en las noches de carnaval de Berisso, allá por los años 50 y 60, había una banda que se robaba el corazón de todos: La Banda de Piñataro. Con sus trajes coloridos y sus instrumentos relucientes, recorrían con su repertorios un sinfín de melodías y marchas, contagiando alegría a cada paso.
Los músicos, hombres y mujeres de todas las edades, llevaban en sus manos el legado de una tradición que se transmitía de generación en generación. Sus notas musicales se mezclaban con el bullicio de la gente, los gritos de los niños y el aroma a tortas fritas y vino dulce.
En cada esquina, en cada plaza, la Banda de Piñataro se convertía en el centro de atención. Los músicos, con sus movimientos sutiles y sus sonrisas contagiosas, invitaban a todos a unirse a la fiesta. Y así, entre serpentinas y papel picado, la noche se llenaba de magia y diversión.
Pero había algo especial en esas noches de carnaval. Algo que hacía que la banda de fuera aún más especial. Al caer la medianoche, cuando el cielo se cubría de estrellas, y la madrugada entraba en todo su esplendor, los músicos comenzaban a tocar una melodía suave y nostálgica.
Era el vals de despedida, una canción que hablaba de amores perdidos, de sueños cumplidos y de la esperanza de un nuevo carnaval. Mientras la música sonaba, las parejas bailaban abrazadas, los niños se dormían en los brazos de sus padres y los corazones se llenaban de emoción.
Y así, poco a poco, la noche llegaba a su fin. La banda se despedía con una última nota, un último adiós que resonaba en el aire y se llevaba consigo un pedacito de la magia del carnaval.
Aunque el paso del tiempo es inevitable, Albert Einstein decía que El tiempo es una ilusión. Es por esa ilusión que en los salones de Berisso aún resuena el eco de sus melodías, un susurro musical que nos recuerda aquellos tiempos dorados, cuando la pasión se sentía a flor de piel y la vida se vivía con alegría.
Fuente:
Museo 1871 de Berisso
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