En el corazón de Berisso, donde el aroma a las comidas típicas del viejo continente se mezclaba con el eco de las sirenes de los barcos, nació un niño con un destino marcado por el celuloide. Marcelo Galvez, "Kiki" para los amigos, creció entre los relatos de historias de obreros y de la gesta del 17 de octubre, que calaron hondo en su alma y despertaron su pasión por el cine.

Fue la historia de su propio pueblo, la de Cipriano Reyes y los trabajadores que lucharon por sus derechos, la que lo impulsó a tomar una cámara y contar su propia versión de los hechos.

Así nació "Cipriano, yo hice el 17 de octubre", una película que no solo rescató del olvido la figura de un líder sindical clave en la historia argentina, sino que también se convirtió en un homenaje a la gente de Berisso, a sus tradiciones y a su espíritu de lucha.

Kiki no se conformó con contar la historia de su pueblo. Su inquietud lo llevó a adentrarse en la cultura del pueblo Wichí, en el corazón del Chaco salteño, donde filmó "Maestros de Dos Mundos", un documental que nos invita a reflexionar sobre la diversidad cultural de nuestro país y la importancia de preservar las tradiciones ancestrales.

Marcelo Gálvez es un cineasta comprometido con su tiempo, un artista que utiliza el cine como herramienta para contar historias que merecen ser escuchadas. Sus películas son un reflejo de su amor por Berisso, por su gente y por su historia.

Pero es mucho más que un director de cine. Es un maestro que comparte sus conocimientos con las nuevas generaciones de cineastas, un hombre comprometido con la educación y la cultura.
En cada una de sus películas, en cada una de sus clases, nos invita a reflexionar sobre el mundo que nos rodea, a cuestionarnos nuestras propias certezas y a construir un futuro mejor para todos.

Sus obras son un legado que trasciende la pantalla. Sus películas son un testimonio de la historia de Berisso, de su gente y de su cultura. Son un homenaje a aquellos que lucharon por sus derechos y un llamado a la reflexión sobre el presente y el futuro de nuestro país.

Pero sobre todo, sus películas son un acto de amor. Amor por su pueblo, por su gente y por el cine, ese arte que tiene el poder de transformar la realidad y de construir un mundo más justo y solidario.